Un esternón estepario aguarda fatuo. El busto de la violonchelista voraz vomitó dos brazos que a su vez insuflaron tejido celular para rellenar sendas palmas. Las cavidades salivadas de los dedos eran válvulas, retuvieron el secreto de la energía hidráulica a su vez que eólica. Con esta mezcla de aire y de agua buscan aquellos dígitos la lateralidad de la cuerda, y es entonces cuando el perfil aúlla invisiblemente para aparearse: la resonancia cavernaria inflama a este instrumento como devora al seno su glándula.
Mientras tanto, en un tórrido glaciar trasnocha un lobo endémico, se arrastra hasta aquel blasón de rocalla adaptando su alarido a la externa membrana lunar que a su vez es báculo del imperio del crepúsculo. Por tanto el arco es al instrumento lo que el satélite al gemido de aquel sombrío salvaje.
Ella, la violonchelista voraz, intuye que la crin que hierve la cuerda de su elemento desciende de la blanca madeja nocturna. Lo sabe desde aquel día que emergió hacia las tinieblas del bosque para plañir allí la frecuencia, en aquel páramo, hacia el laberinto de tronco y rapaces ondas oscuras. Aquella noche decidió vagarla con su chelo ahorcado entre las nalgas y desde aquel simbiótico concierto habita el bosque desbocadamente.
Cada orto es un embrión que se quiebra para escucharla, siendo la voz que ahora suplanta a su humano timbre la de aquel enigmático escudo que encaja en su carne como un grabado de músculo y madera. Ora estremece yemas con la helada, ora el aire sonámbulo la yerra… ya no intenta llorar de otra forma.
Un lobo terco y antiguo solía reclamar el trance orbitando la fuga de la violonchelista voraz. Ella vertía en su bosque… ignoraba la homínida esencia de su objeto de culto…pero descubrió el gen de la hilada, en un dolmen de luna. Desde entonces su gemido se punza con la cuerda… ya no intenta aullar de otra forma.
La violonchelista voraz by Gabriela Amorós Seller is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Precioso...me das el poder de cerrar los ojos y sentir su sensual caricia a las cuerdas...sencillamente, perfecto.
ResponderEliminarGracias Gabriela, otra vez. Es un verdadero lujo poder leerte.
Un beso.
Hola, Gabriela:
ResponderEliminarComo dice Bea, es un auténtico lujo y un placer leerte, me ha encantado la pincelada que le das a la narración, tiene un toque mágico y personal, como el que tú le das, Gabriela, nos columpias y acunas con tus palabras.
Un beso.
Escribes de lujo.
ResponderEliminarMuy bien.
Es un estilo muy personal. No he leído nada parecido.
Me gusta.
Saludos.
Al leerte se me viene a la mente con facilidad el primer concierto para cello de Shostakovich, interpretado magistralmente por Han-Na Chang.
ResponderEliminarImpresionante la descripción de la violoncellista, casi percibo su movimiento, fusionado violentamente con el del cello.
Nuevamente un placer. Felicidades!
Saludos
Agradezco inmensamente vuestra generosidad para con mis humildes textos. Para mí sí ha sido un verdadero lujo que hayáis venido a visitarme.
ResponderEliminarBea: prácticamente comenzamos a la par y para mi tu apoyo es importante.
Maria: tienes una sensibilidad exquisita que trasciende a tus textos.
Miguel: eres un genio de la ironía .
Toro Salvaje: leí parte de tu trayectoria en tus entradas y me fascinó la personalidad de su autor. Un auténtico placer.
Hola, Gabriela:
ResponderEliminarVenía entusiasmada a leerte, aunque veo que no has publicado nada nuevo, me agrada mucho leerte, tus palabras son profundas, me quedo viendo los anteriores posts.
Un beso enorme.
Siento haberte molestado,mi poca cultura,es lo que tiene...te vuelvo a pedir perdón.
ResponderEliminarSaludos
No Gabriela,no es por tí.Lo de la poca cultura es un comentario tonto que hice,perdóname...si te he molestado.Dejo el blogs,por asuntos personales.Estate tranquila,un beso y gracias.
ResponderEliminarHasta doce palabras he contado que no comprendo su significado (amén de no haberlas escuchado jamás) Como ya te dije en el anterior post, se aprende más a escribir leyendo que escribiendo. ¡Joder! Necesito un diccionario.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya Arún! Este comentario tuyo es tan oportuno que al final tengo que reirme y todo. Por cierto...¿ no me habrás robado mi diccionario? Bueno, que es broma. Siempre es un placer que vengas a visitarme.
ResponderEliminarSaludos indomables.
Me encanta el mito de la licantropía. Un texto fascinante que me ha encantado recorrer. Tiene misterio, estilo propio y el enigma queda suspendido en el ambiente.
ResponderEliminarUna gozada de lectura.
Felicitaciones
Un abrazo
Ana
Gracias mil querida Ana por haberte interesado por La violonchelista voraz. También me fascina el mito de la licantropía precisamente por ser la propia dicotomía del instinto salvaje versus su adulteración la que subyace es este tipo de leyenda.
ResponderEliminarUn abrazo estepario y gracias por todo amiga mía.