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domingo, 16 de enero de 2011

Teclología






 
Al fin las yemas
Pertenecen
Al reino del lamido.
Poseídas,
Penetradas por la lengua,
Estremecen a la tecla,
Despreciando la uña
O la reyerta.
Y aquel músculo mojado,
En sendos alambiques
De lava convertido,
Colmados de diez filtros
A la boca roba el labio
Al destilar artículo.

No siento la mano
Cual cardumen
De apéndices huesudos.
Palmar insurrecta
Con dos tentaculares lenguas
Que beben ajenos intersticios
Pulsando letras.

Enluto así el fulgor de la pantalla.

Y ahora que está todo invertido,
Tropiezo con el ceño,
Mi hombro ruborizo,
Las venas las encrespo
Para formar colmillos.

Descubro que la niebla
También se vomita,
O que un seno grita
Al escanciar la grieta
Del contiguo.

Y si el mar
Canta calambres
Con la ola,
O la sangre del volcán
Debe a la piedra
Su hemorragia,
Voy a volar
Tan sólo con la tecla.





Licencia de Creative Commons

6 comentarios:

  1. Me gusta el trazo y los elementos escogidos. El paso de la emoción al teclado primero recuerda que el discurso es también un "órgano oral" y que la emoción aunque guarda algo de semejante con la naturaleza debe ser convertida en mano y herramienta. El tono me hace pensar que ves eso como un triunfo o una invitación. ¿Cómo lo ves?

    Saludos desde la Olla

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  2. Hola, Pierrot! Agradezco sobremanera tu interés por mis textos.

    Bueno,… me cuesta explicarme así a la intemperie pero voy a intentarlo:
    Con el poema quiero decir que si el impulso de la palabra escrita estuvo sometido al cautiverio del desahogo, sin más pretensión ni desconsuelo, ahora necesita ser declaración, llegar a otros espacios o sueños (la red es todo un paraíso para ello). Para ello la tecla y la mano aúnan sus pasiones (acariciar y ser acariciada) y el lamido que, como bien dices forma parte de la expresión oral (en el ser humano una ¿ancestral? forma de comunicación), se convierte en caricia que abandona su lugar de origen (la lengua) para llegar a su destino (la mano). De este modo las manos (cual alambiques), al ser cooperadoras para el ahora húmedo fluir de la emoción, son igualmente culpables de su gloria y pierden por completo la identidad mecánica e incluso el impulso negativo de la agresión. Todo órgano o sensación dejan de ser lo que parecen o de actuar como deben,… se desata una disfunción somática o corporal maravillosa,…
    También se agazapan en el poema sentimientos consumados a través de la escritura como la rebeldía, la tristeza, el miedo, el delirio,…
    Bueno, Pierrot, espero haber sido algo menos jeroglífica que en mis textos. De todas formas aprenderé a enmendarme poco a poco, sobre todo con la inestimable ayuda de comentarios como los tuyos. Captaste muy bien “el triunfo”. Mil gracias de nuevo.

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  3. Gracias por tus palabras. Hay una conocida tradición que ve en el paso de la emoción en obra como una traición o una enajenación. Por tu comentario así como por lo que esta en tu texto hay algo que busca ser seductor en esta entrada tecnológica hasta el punto de haber elementos de una extraña sensualidad en tu descripción del teclado. Me has hecho recordar a los "joysticks" carnosos de "Existenz" de Cronenberg.

    Una vez mas, agradezco este espacio asi como tu comentario en el texto del cigarrillo-gato. ¿Deseas seguir con el intercambio de comentarios?

    Saludos desde Lima

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  4. Hola Pierrot! Agradezco enormemente tu interés por mis entradas. Es propable que de forma indomable la sensualidad impregne algunos de mis textos pues es un formato expresivo de infinitas posibilidades literarias. Gracias de nuevo por tus análisis...
    Un saludo desde La emoción.

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  5. No se qué ha pasado que este es el tercer comentario que te hago, y es que veo que al publicarlos se me borran, pero esta vez no me va a pasar porque lo copiaré antes de publicarlo.

    Volar desde la tecla, desde los sueños, desde los pensamientos, desde las alas, desde la mirada, desde el sonido, desde el pensamiento, volar desde el arte de la plenitud de tus palabras, es un placer leerte, Gabriela.

    Te acabo de dejar enlazada en mi lista de blogs.

    Un besazo.

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  6. Comentar un poema es correr el riesgo de equivocarse de por vida, aparecer en una calle siendo brutalmente atropellado por un camión Mercedes. Comentar un poema es el beneficio de caer en pozos de caimanes y azucenas. Coementarte es ofrecerte un té de hierbas y despacharme un abrazo que demuela. Sólo quiero comentarte que aquí hay brisa y ruido de niños jugando en el mar.

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