Las trincheras depravan el barro.
Cada cúmulo de fardos
es racimo necrosado
que el hombre impone al fango.
Al llover en las trincheras
se derrite el desangrado
y miles de regueros granates, granizados,
por la terquedad de la piedra
unida al licuado,
se funden para recomponer
un solo estado.
Es allí donde un hombre
retoza en el tránsito,
el de la vida y la muerte,
el del sudor o la suerte
de no ser alcanzado.
-¡Mata, mata Miguel a ese soldado!,
¡no es un hombre de carne,
es un muñón de trapo!.
Pero Miguel empuña el arma
como afloja a la hierba el cayado
y sus dedos pastorean
la luz de otro letargo.
Hasta que vuelve de nuevo a la zanja
y marchita rodillas en charco
para libarle los ojos al trapo…
Le llamaron Miguel,
Ya nació de estiércol
pájaro,
La metralla hilvanada en el pico,
En el monte tricotando,
Con la furia del patrón mordisco
Y la pena del roer vasallo,
Al relámpago iba cosiendo el nicho
porque el lecho lo dejó robado.
Consiguió que volara el sepulcro
Para el regreso a sus horas de prado.
Le expropiaron la fragua a la boca
Y la voz fue rumor de cadalso
Pero nació siendo Miguel
Para morir llamándose barro.
Los tres estados del barro by Gabriela Amorós Seller is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Terminé de leer el poema y me recordó a Miguel Hernández. Luego me dí cuenta de que habías incluído una foto del poeta de Orihuela. Por cierto, ¿te he contado alguna vez que es (o fué) pariente mío? Mis abuelos paternos nacieron en la misma ciudad y mi abuelo Fernando (a quien no conocí porque falleció mientras mis padres estaban de luna de miel)se llamaba Fernando Bo Hernández. Es por parte de él que tengo el honor de emparentarme con tan ilustre personaje. Lástima que yo no haya nacido con el "don" del señor Hernández.
ResponderEliminar